En un nuevo programa de Palabra Que Es Noticia, Andrea Moletto y Antonio Quinteros conversaron con Carolina Pérez Stephens, educadora de párvulos y Máster en Educación de la Universidad de Harvard, sobre la dependencia emocional de jóvenes con la inteligencia artificial.
Reemplazo de terapia con IA
Pérez señaló que es un uso incorrecto de la inteligencia artificial el acudir a ella para recibir terapia de acompañamiento, especialmente para niños y adolescentes, ya que “es un cerebro muy vulnerable, y no tan solo el cerebro, sino que ese corazón de ese adolescente necesita una guía empática”, resaltando que, además, carece de empatía.
“La inteligencia artificial está programada para adaptarse a mí. Entonces, tengo a alguien que siempre me hace cariño y a lo más me dice, “vaya a ver a algún especialista”.
«Entonces, obviamente prefiero estar con alguien que me diga que está todo bien, siendo que, para evolucionar como ser humano, yo necesito que me cuestionen. Necesito que me inviten a hacer cosas distintas, a tener miedo. Y la inteligencia artificial todavía no lo logra hacer”, explicó.
Pérez señaló que el problema “es decir “no voy a pagar una terapia psicológica porque es muy cara. Me voy a ir solamente a la inteligencia artificial”, porque ahí estamos en un terreno de abandono. Para un adulto con las cosas claras, bueno, ahórrate la terapia y usa inteligencia artificial. Mi problema es el adolescente que todavía no sabe ni quién es y necesita el apoyo, que lo abracen, que lo miren a los ojos, que le digan “está bien equivocarse mil veces, pero aquí estamos para ayudarte”. Hasta el momento, esta inteligencia artificial no logra ese contacto humano que necesita el adolescente”.
La importancia de enseñar a resolver los problemas
Pérez hizo un llamado a los padres para cuestionarse a sí mismos la forma en que pueden educar a sus hijos respecto de la inteligencia artificial, y enseñarles usarla de buena manera. Además, resaltó la importancia de brindarles herramientas para afrontar los distintos desafíos de la vida a medida que vayan creciendo:
“Si yo tengo a alguien que me hace nanai todo el día, no desarrollo nada. Ese es mi temor: que los niños y adolescentes se acostumbren a una vida solo de algodones. Después, el porrazo va a ser muy duro. Si no los desenchufo y los niños están acostumbrados a solo placer, después llegan a la adolescencia, van a tener problemas emocionales y lo empiezan a solucionar con la inteligencia artificial. El resultado de eso va a ser olas de suicidio a niveles abismantes”.
“El problema de nuestro adolescente hoy día es que carece de las destrezas sociales de mirar a los ojos, de respetar turnos en la conversación, de buscarse entretención cuando están aburridos, y para mí, el peor problema es que no se conocen a sí mismos. Si yo no sé quién diablos soy, ni qué cosas me gustan, ¿Cómo voy a lidiar con el sufrimiento? Entonces lo voy tapando, todo el día metido en redes sociales”, añadió.
“La clave está en el dolor, ¿no? En el que el dolor es parte de la existencia”, concluyó.